La construcción del nuevo lector debe empezar por la crÃtica a los crÃticos.
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11 jun 20232 Min. de lectura
La literatura no necesita rescate. Persistirá, se abrirá camino, en medios populares, con blogs, con fotocopiadoras, incluso con bolÃgrafos. ¡Esta crisis no es literaria, ni caribeña ni latinoamericana! Es una crisis industrial, el temblor de unas tecnologÃas que desplazan a otras y alteran las relaciones comerciales. Es la reasignación de valores, la devaluación de los objetos. Un libro parece caro frente a cualquier cochinadita llena de leds que prende cuando la agitan y que cuesta un dólar.
La literatura, la figura del autor, no era antes del siglo xx lo que llegó a ser impulsada por la publicidad, por la magnificación de la figura del autor, incluso por la guerra frÃa. Ese aparato (editorial) se vino abajo, lo aplastaron la tecnologÃa y la complejidad financiera, la cobardÃa de los inversionistas que exigÃan beneficios. Nos acostumbramos a la ilusión de los pasivos, de un mecanismo que colocaba automáticamente los artÃculos en donde debÃan estar para que los comprara el consumidor adecuado, hecho especÃficamente para el producto, mientras nosotros nos volvÃamos millonarios. Hoy el acceso a ese aparato es sumamente caro y se reserva para los monopolios; si usted quiere hacer dinero, dedÃquese a otra cosa.
Nuestro esfuerzo editorial no es por salvar la literatura. Tampoco consiste en rescatar la industria editorial. Eso último serÃa pura necedad. Lo obsoleto se puede poner de moda, pero las modas serán siempre pasajeras, porque la nostalgia cansa. Nuestro esfuerzo es por recoger los escombros, lo que sirve, las aportaciones en favor de los lectores, y colocarlos en un nuevo contexto. Por ejemplo, no nos gustan las limitaciones del EPUB, a pesar de todas sus ventajas, y creemos que acertamos en nuestro diagnóstico de hace diez años al ver que el lector de hoy está buscando los impresos. Pero hay un libro digital posible, y mientras no lo tengamos nos es imposible renunciar al impreso. Lo que sà está jodido es tener impresos sacados de un archivo digital sin ningún cuidado ni tratamiento de la mancha tipográfica como imagen. Eso es como comprar un epub procesado en una impresora.
11 jun 20232 Min. de lectura
La objetividad es un ideal compuesto de criterios que están en constante actualización y crÃtica por una comunidad cientÃfica. Ninguna crÃtica se admite hasta que no se llega a una convención prácticamente unánime. Estos criterios se usan para evaluar supuestos que responden preguntas y perfeccionarlos o descartarlos. Asà avanza la ciencia en su búsqueda de exactitud y predictibilidad; en sus descripciones precisas del mundo.
Por otro lado, el arte en general y la literatura en particular plantean descripciones subjetivas que a su vez son reinterpretadas subjetivamente por cada receptor, es decir, cada lector. No hay convención ni siquiera entre el creador y su público. La conexión comunicativa entre ambas partes la conforman la materia con que se crea y sus posibilidades simbólicas en el contexto imaginario donde ocurre este intercambio, que tiene una perspectiva distinta según la individualidad de las partes que intervienen.
Aquà no hay ninguna oposición. Los supuestos que evalúa la ciencia no salen de la nada, sino que despiertan en gran medida en el desarrollo subjetivo de la creación y la apreciación del arte. Por eso,
1) para LaCriba es necesario que el artista se alimente de la divulgación cientÃfica actual, y nuestra casa está completamente abierta a la edición y la divulgación de textos producidos en instituciones universitarias e instancias académicas; sin embargo, habrá de considerarse que los textos se construyen con la elección subjetiva de palabras, y en nuestra casa no manifestamos preferencia por la redacción impersonal que simula asà objetividad, pues ese recurso retórico no forma parte del método cientÃfico y no añade rigurosidad a los resultados de una investigación, sino que es una mera formalidad;
2) aunque los editores de LaCriba no desdeñan su propio gusto y se guÃan considerándolo (pues no hay tiempo para editarlo todo), rechazan criterios de apreciación artÃstica que pretenden estar basados en algún tipo de objetividad o autoridad sobre lo que se supone que debe ser el arte; aceptarán publicar composiciones literarias de todos los géneros que se ajusten a ese gusto y no necesariamente a la corriente del mercado, que es una vigilancia (con su propia complejidad) de lo que se vende y lo que no se vende y a quién;
3) LaCriba desdeña valoraciones de obras dirigidas a calificarlas como "buenas" o como "malas"; en cambio, admite con agrado todas las valoraciones del público dirigidas a abrir conversaciones sobre los posibles elementos simbólicos de una composición; si hay alguna descripción en que pueda encajarse el gusto de los editores de LaCriba, ella serÃa la preferencia con base en la riqueza de sÃmbolos, limitada por la ignorancia propia;
4) creemos que la conversación sobre esos elementos simbólicos no agota las posibilidades de lectura, sino que ensancha las posibilidades de interpretación; como editorial nos proponemos colaborar en
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